No, mi madre no era ni María la Puñales, ni Angelita la Rápida, las asesinas más afamadas en la década de los sesenta.
Mi madre, la pobre, cumplía la condena de haberse casado con un funcionario de prisiones -ahora llamados de Instituciones Penitenciarias- y entonces, en Yeserías también había un hospital, donde parían las mujeres de los funcionarios.
Angelita la Rápida, la envenenadora de Urda, fue una de las criminales más conocidas en los principios de los años sesenta. El juicio fue muy comentado en periódicos de la época. Estuvo presa en la Central para madres lactantes en Ventas y luego pasó a Yeserías.
Angelita vio cómo daban a su padre el paseíllo durante la guerra civil, por pertenecer a la CNT. Era maestro del pueblo y no llegó a ver cómo perdía la guerra.
La madre de Angelita, una mujerona de armas tomar; que siempre reprochó a su marido no estar donde tenía que estar en el momento adecuado; en cuanto se quitó el luto empezó a dejarse ver por el pueblo. Así que Paco, el de los muleros, intentó llevársela a la era, pero Críspula, que tenía ya muchas tablas, aguantó, hasta que a Paco no le quedó más remedio que pasarla por el altar antes que por la piedra.