sábado, 4 de enero de 2014

Tía, si ejque de puro buena ereh tonta...


Hacer cola, esperar turno, es algo que habitualmente fastidia mucho a todo el mundo. Pero hace años descubrí que es algo fascinante si escuchas atentamente conversaciones privadas.

Mi madre, antes, era habitual de saraos navideños. Que si vamos a llevar a los niños a Cortilandia, que es muy bonito. Que si vamos a esperar siete horas para envolver los regalos en El Corte Inglés, que como ahí no los envuelven en ningún otro sitio y además te regalan las pilas... Que si el roscón de Pyma es el mejor del mundo que hay que hacer cola para encargarlo dos días antes y otra para recogerlo... Que si la cabalgata de El Escorial...
Y ahí le cogí yo gustillo a lo de esperar escuchando conversaciones ajenas. Es más, muchas veces, hacía callar a mi madre y a mis hijos (escandalizados) porque no me enteraba de lo que estaban diciendo las tiparracas anteriores, posteriores o, incluso, a siete cuerpos de distancia, de nosotros.
Porque, la verdad, las tías hablan mucho, más alto y -dónde va a parar- más entretenido.

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Ayer, mientras esperaba el envoltorio de un regalo, oí un "Tía, si ej que de puro bueno ereh tonta". Y, claro, ¿quién es capaz de seguir ausente en su mundo interior ante tal frase?
Pegué la oreja  y escuché atónita que la perraca uno le instaba a la perraca dos a sacarle todos los cuartos, nómina y/o bienes e inmuebles al pobre infeliz que había osado cruzarse en la vida de perraca dos.
Había unos niños, problema principal, que por lo que deduje eran del infeliz y una ex, que por lo visto además de zorra, teñida y recauchutada, se había quedado con la casa y cobraba una pensión alimenticia. Ahí casi me meto en la conversación para aclarar que las pensiones alimenticias son para que los niños coman, pero no me atreví, no me fuera a caer una hostia.
Eran dos mujeres de aspecto peperil -aunque la forma de hablar era muy choni- de unos treinta y pocos años.
Cuando acabaron de envolver sus regalos y se iban, sólo pude escuchar la frase final y definitiva : "Si te folla, por lo menos que pague"

Llevo rumiando ese diálogo de -como dice una amiga-  "genéricas", desde ayer.

Había leído hace unos días una entrevista en la que Antonio Orejudo reflexionaba sobre la ley del concebido de mi querido RuizGallardón y decía que lo que realmente molesta a  sectores del PP y Conferencia Episcopal es que la mujer tenga relaciones sexuales y -sobre todo- que sean placenteras.
En los países donde la ablación es un ¿rito? común y el mayor insulto es "hijo de clítoris", las que más se empeñan en que se realice son las propias mujeres, madres, tías y abuelas de las niñas-víctimas. Y esas mismas madres, tías y abuelas han pasado por el mismo calvario que sus hijas, sobrinas y nietas, cuando contaban sus mismos años.
Dicen, los que entienden de estas cosas, que es una especie de venganza. Y a mí me aterra.

Me da pánico oír a una mujer decir de otra que es una guarra porque se ha quedado embarazada, sin querer, y no desea tener ese hijo, por las razones que sean. Porque no es el hecho del embarazo lo que escandaliza a esas "señoras bien" de misa dominical, visón raseado de a seis mil pavos y bolso de carolina herrera a juego con zapatos de los que no salen rozaduras. Lo que no soportan es que una mujer folle con gusto, ganas y placer.

Yo siempre había creído que lo del "deber marital" era cosa de nuestras madres y abuelas, que acudían al matrimonio vírgenes y desconocedoras de todo lo concerniente al fornicio. Y de hombres que no se molestaban en satisfacer a sus parejas, por desconocimiento la mayoría de las veces, pero también, porque "su santa" era eso, una santa y las que gozaban con la jodienda eran putas.

Pero a día de hoy, tengo que reconocer que me encuentro con mujeres jóvenes con mentalidad estancada en el medievo, a las que le parece un horror abortar. Pero no por el hecho en sí, sino por lo que conlleva : el sexo. Y que debe prohibirse, como justo castigo a la libertad sexual esa de rojas y tiorras. Que apenquen con el churumbel, y si no, que se hubiesen cerrado de patas.
Y las que "somos como Dios manda" tienen que sufrir las embestidas nocturnas del Manolo o Paco de turno, para que sigan pagando y/o manteniendo. Porque además, ahora, con esto de la inmigración, vienen las de allende los mares diciendo lo de "mi amol" y los tíos, que son tontos, se encoñan con cualquier hija de Montezuma.

No estoy a favor del aborto. Nadie esta a favor del aborto. Abortar es una tragedia. Pero esa decisión es absolutamente personal e intransferible. Me gustaría que ninguna mujer se encontrase en la tesitura de tener que hacerlo. Pero ante eso, que lo haga con la ley de su parte, en manos de profesionales, centros cualificados, gratis y cerca de casa.








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