sábado, 12 de febrero de 2022

DESPEJAR LA INCÓGNITA




Había que despejar la incógnita. Uno de ellos era el delator y las miradas acusatorias encizañaban, más si cabe, la situación.

Los sonidos de la noche inquietaban al centinela. Al raso, los peligros eran incalculables y saber que estaban en manos de un confidente no le tranquilizaba en absoluto.

De los nueve hombres que formaban el grupo de maquis acampados en Medina Sidonia, tres eran españoles. De los otros seis, dos tenían la nacionalidad francesa, otro había nacido en Orán, uno era un yanki que había luchado en las Brigadas Internacionales y se había quedado en España por amor y dos polacos, que no se sabía muy bien de dónde habían salido.

Todos pensaron en el americano, pero, a día de hoy no había pruebas que lo incriminasen. Además era periodista y estaba escribiendo una novela, evidentemente era de letras, imposible su implicación.

Uno de los polacos intentó convencerles de que “las matemáticas no mienten” y explicó, mediante una ecuación, que solamente podía haber tres delatores.

De los tres españoles, el más bestia, Aitor Arismendi, le arreó un culatazo en el cogote y lo dejó inconsciente, a la vez que bramaba, “¡despejada la puta incógnita y me cago en Pitágoras, en Tales de Mileto y en los números primos!”.