Cuando seas padre comerás huevos…
Y fue padre. Y cada vez que mojaba un trocito de pan en la yema amarilla y sabrosa se le hacía un nudo en la garganta y no podía evitar recordar las noches frías, alrededor del fuego miserable, donde su madre estiraba una cena tan escuálida que no llegaba para todos.
Fue padre y comió huevos, pero ni uno más que sus hijos.
Fue padre y se obligó, cada mañana al levantarse, hasta la noche, cuando besaba a los niños al ir a dormir, a no parecerse, en nada, al suyo.