miércoles, 1 de junio de 2022

REFRANES




No era el remordimiento lo que le impedía conciliar el sueño. No era la imagen de su cara aterrorizada antes de morir, ni la de sus ojos suplicantes, ni siquiera el contacto de las manos atenazando sus muñecas, fuerte al principio, para aflojar la presión según la vida se le escapaba. No soñaba con ella. Apenas recordaba la vida a su lado, los diez años de amor incondicional que ella había traicionado por un capricho, una extravagancia, un desvarío... a su edad...

No, no era el remordimiento lo que le impedía conciliar el sueño porque había consumado el crimen perfecto. Lo que no le dejaba dormir era la ira y el coraje de haberse enterado de la infidelidad de su mujer el último. Como en los refranes.